Hace calor, la ciudad está alborotada y salimos rápido hacia el fin de semana. Poco a poco las casas se van diluyendo y predomina el campo.
Vamos rápido por la autopista, ganas de ligereza en el aire, de fiesta, de ver amigos y de reír... para recuperar nuestro verano, que tanto habíamos echado de menos.
Finalmente veo la torre que se eleva sobre el mar... esa torre que siempre ha estado ahí y que siempre ha sido parte de esa parte de la Maremma. Esa torre donde pasamos momentos únicos y fiestas inolvidables con amigos.
Una partida de cartas, dos cócteles… mimados por el viento que nos seca el pelo con sal. Un momento y es inmediatamente fiesta.
Detrás de la puesta de sol. Y así es como la Torre vuelve a la vida: amigos, risas y mucha música.
Hace calor, la ciudad está alborotada y nos vamos rápidamente hacia el fin de semana. Poco a poco las casas se van diluyendo y predomina el campo.
Vamos rápido por la autopista, ganas de ligereza en el aire, de fiesta, de ver amigos y de reír... para recuperar nuestro verano, que tanto habíamos echado de menos.
Finalmente veo la torre que se eleva sobre el mar... esa torre que siempre ha estado ahí y que siempre ha sido parte de esa parte de la Maremma. Esa torre donde pasamos momentos únicos y fiestas inolvidables con amigos.
Una partida de cartas, dos cócteles… mimados por el viento que nos seca el pelo con sal. Un momento y es inmediatamente fiesta.
Detrás de la puesta de sol. Y así es como la Torre vuelve a la vida: amigos, risas y mucha música.
